jueves, 19 de febrero de 2009

A MENTALIDAD SUBDESARROLLADA, PAÍS SUBDESARROLLADO

Se cree que nuestra mentalidad es tal por el tipo de país que somos. Sostengo la teoría de que, al contrario, somos país subdesarrollado por nuestra mentalidad subdesarrollada. Obviamente, esto es en términos generales, ya que hay muchas honorables excepciones. Aquí algunas características de la mentalidad del peruano común y corriente:

EL SOMETIMIENTO INTELECTUAL

El peruano tiende a creerse menos respecto a ciertas jerarquías preestablecidas; así, el provinciano cree que el limeño es mejor, el limeño cree que el extranjero es mejor. Y los peruanos estamos convencidos de que lo extranjero es superior a lo nacional. No obstante nuestro pasado incaico de grandeza, siglos de dominación española parece que han transformado nuestras mentes. Y los textos de Historia del Perú refuerzan nuestro sometimiento cultural y mental, ya que nos remarcan que nuestros males y las soluciones vienen de afuera. Los libertadores de nuestro país no son peruanos, sino extranjeros: San Martín, Bolívar y Sucre.

PRIMERO SE DECIDE Y DESPUÉS SE RAZONA

Normalmente cuando se trata de tomar decisiones la gente decide con el corazón, a través del sentimiento de amistad y enemistad, de amor y odio; después razona para tratar de sustentar lo que ya está decidido. Por ejemplo, trata de defender a como dé lugar al amigo, pariente, al del partido político o al del grupo. Nos falta objetividad, imparcialidad y sobre todo justeza para evaluar, analizar y tomar decisiones. A eso llaman muchos la ley del embudo: lo ancho para mis amigos, lo angosto para mis enemigos. Incluso a la hora de aplicar las normas, se trata de acomodarlas y hasta manosearlas, según la carga subjetiva previa de favorecer o perjudicar.

INCAPACIDAD DE VER NUESTROS PROPIOS ERRORES

Tenemos incapacidad de ver nuestros propios errores y por lo tanto de ser autocríticos. Y cuanto más limitado se es, más incapacitados estamos de ver nuestros propios límites. Es como si se tratara de un mecanismo de defensa: cuanto más limitado es el alcance de nuestro intelecto, más nos resistimos a demarcarlo para que “no se note” nuestra pobreza. Al contrario, los científicos, los grandes intelectuales, con frecuencia reconocen sus errores, señalan sus dudas y aceptan sus limitaciones. Pero el mecanismo de defensa perverso es señalar los errores de los demás, para pretender encubrir los nuestros. Ya la Biblia dice: es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que ver la viga en el nuestro.

INCAPACIDAD DE TENER IDEAS PROPIAS

Otra característica es la gran pereza mental, la incapacidad de tener ideas propias. Por lo general, repetimos lo que la mayoría dice, lo que algunos supuestos ilustrados señalan. Se repiten mecánicamente ideas gravemente erróneas, que muchas veces faltan al sentido común y agreden al diccionario, por que no se ha tenido el esfuerzo de analizarlo y verificarlo. Por ejemplo, es común en las universidades decir “postgrado” cuando esa palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, ya que es una conjunción del latín “post” y el español “grado”, cuando lo correcto es decir “posgrado”. Asimismo, en las universidades aún predomina la enseñanza teórica y memorística, cuando los cursos de formación profesional deben tener un sentido aplicativo, práctico y una gran conexión con el mercado laboral. ¿Por qué no se hace?. Porque eso requiere capacidad para pensar, dedicación para hacerlo.

AUTORIDADES SE RODEAN DE AMIGOS ASÍ SEAN INEPTOS

Asimismo estamos acostumbrados a no reconocer los méritos y la capacidad de la gente. Por lo general cuando alguien asume un cargo importante como Alcalde, Presidente Regional o Presidente de la República, no convoca a los mejores, sino a sus amigos, a quienes ayudaron a hacer campaña, no importando de que se rodee de ineptos. Lo que interesa es tener una sarta de ayayeros. Si en este país los mejores hombres y mujeres, los más capacitados y los más talentosos dirigieran los gobiernos e instituciones de las provincias, regiones y de la nación, el país progresaría mucho más. Las autoridades, según ley, tienen derecho a tener su gente de confianza. La pregunta es: ¿Confianza para qué? Si la respuesta es para tener una magnifica gestión, deberían confiar en los mejores.

NOS DEJAMOS SEDUCIR POR UNA CAMPAÑA RUIDOSA

Pero el gran problema está en que no sabemos elegir, y que nos dejamos llevar por la campaña más ruidosa, en función al mayor dinero invertido. Como si fuéramos ingenuos nos preguntamos ¿Qué tal desempeño tendrá este candidato?, ¿Será capaz?, ¿Será honesto?, como si los candidatos viniesen de otro planeta, cuando sabemos muy bien de sus virtudes y defectos. Por ejemplo no pregunten que harán mañana el pájaro carpintero, el futbolista, el escritor o el ladrón. Obviamente, seguirá picando el árbol, jugando fútbol, escribiendo y robando, respectivamente, o preparándose para ello.