jueves, 19 de marzo de 2009

EL PRINCIPAL ENEMIGO DEL DESARROLLO: NUESTRA MENTALIDAD

Soy un convencido de que una traba fundamental del desarrollo de nuestra sociedad es nuestra propia mentalidad. Se dirá que faltan recursos económicos, buenas autoridades, buena educación, etc. Pero la mentalidad sigue siendo determinante. Igual que en el artículo anterior, considero que hay formidables excepciones que escapan a la regla.

LA FALTA DE ESPIRITUALIDAD

Una de las grandes causas de los males de nuestro tiempo es el excesivo materialismo de la gente, el culto al dinero. Por el amor al dinero hay corrupción, hay delincuencia, hay escasez de intelectuales, hay políticos sin principios, hay falsos cristianos. Muy pocos se preocupan por la dignidad, por la espiritualidad, por los valores, por la ética. Gran parte de la gente sólo piensa en recibir y no en dar; cuando el éxito radica en dar para recibir, en sembrar para cosechar. Es verdad que la mente gobierna nuestra vida; pero, a su vez, el espíritu manda a la mente. En Asia se habla del tercer ojo, en la Biblia del ojo interior, para referirse a la fuerza del espíritu.

LA FALTA DE PERSONALIDAD

Sólo los seres humanos tenemos alma individual, personalidad. El gran psiquiatra Brian Weiss dice que para los animales tiene “más relevancia el alma grupal”. Y el ser humano común y corriente de tanto adorar el dinero y despreciar la espiritualidad va adquiriendo esa “alma grupal”. No posee estilo propio, independencia de criterio, personalidad. Entonces razona y actúa en masa, de acuerdo a lo que dicen y hacen los demás, pensando como los demás, creyendo en lo que los demás creen, con total sumisión; sin analizar, sin evaluar, incapaz de manejar sus propias ideas.

LA MENTALIDAD CONSERVADORA

A la gente le molesta la idea del cambio. Está muy acostumbrada al medio donde vive, a la marcha institucional, al estado de cosas. Sólo apoya los cambios en la medida en que le favorezca personalmente. No obstante tener una especie de “alma grupal”, cuando se trata de sus intereses materiales se embravece, como sucede con los animales. Se aferra a lo que “posee”, aunque quizás no lo merezca, y cuanto menos lo merece más se aferra. Pero, ante los cambios sociales, principalmente institucionales, la gente protesta, sobre todo cuando ello requiere más esfuerzo colectivo, mayor dedicación. La gente quiere trabajar igual o menos por más, poniendo sus derechos muy por encima de los deberes. Por ejemplo, ¿Si se planteara una verdadera evaluación a todos los empleados públicos, incluyendo profesores, para determinar si se quedan o no en el puesto, cuantos aceptan? Seguramente muy poquísimos.

INCAPACIDAD DE VER EL ASPECTO CENTRAL

Otro problema, muy común, es la incapacidad de ver el aspecto central de los temas que se escuchan, se leen o se debaten. Precisamente, la famosa prueba de comprensión lectora busca evaluar la capacidad de distinguir lo central de lo periférico, lo principal de lo secundario, lo importante de lo intrascendente. Por ejemplo, las sesiones o asambleas, de todo nivel, se enfrascan en debates “fuera de foco” y discusiones estériles, dando vueltas y vueltas sin plantear las cuestiones de fondo. Y eso ocurre incluso en el Congreso de la República. Precisamente por ello, es que no se llegan a acuerdos concretos, no se toman las medidas adecuadas, no se va a la raíz de los problemas, no se plantean los cambios verdaderos.

LA GENTE “SOBRADA” O REALMENTE FALTADA

Por lo general la gente tiende a valorarse más de lo que es. Pero, hay una tendencia a una relación inversa entre la capacidad y la autovaloración, en el sentido de que la gente de menor capacidad tiende a valorarse más. Por el contrario la gente muy capaz tiende a ser más sencilla. Sino, observe en las aulas escolares y universitarias, de cómo los mejores alumnos son sencillos, humildes, respetuosos. Algunos dicen que los alabanciosos son “sobrados”. Al contrario, yo considero de que se trata de faltados, porque son gentes que al considerarse más de lo que realmente valen, tratan de cubrir la diferencia que les falta con autoalabanzas, con vanidades, con mentiras.
Estos son especialistas en elevar su escaso valor y en disminuir los méritos de otros, para sentirse mejores. Y esta gente es muy corrosiva, muy venenosa, particularmente con la gente capaz, a quienes odia. Estos constituyen el núcleo duro del atraso, porque como son incapaces de liderar el cambio, se oponen a que otros lo hagan. Y como estos hacen bulla hay gente que todavía les cree.

efrainesteban@hotmail.com