jueves, 18 de febrero de 2016

GOBIERNO Y DESARROLLO

Ahora que estamos en un nuevo proceso electoral, podemos decir, una vez más, que no hay expectativas de cambio verdadero. Como siempre, los planes de gobierno son, por lo general, listas de ofrecimientos. Se gasta el presupuesto público para seguir en lo mismo, sin generar desarrollo. La famosa gestión por resultados solo ve logros de medios, no de objetivos. Los gobiernos siguen la inercia, coexisten con lo ya establecido, son prisioneros del sistema. Siguen administrando la crisis, sin promover el desarrollo. Entonces damos vueltas en lo mismo. La sociedad, en general, no progresa realmente, solo encubre el atraso con algunas obras físicas. Y lo más grave, no sabemos realmente a donde vamos, cual es el modelo de desarrollo nacional. Ni el propio CEPLAN, en el Plan del Bicentenario,  plantea este modelo.
Y no se puede decir que así es y así será; no podemos vivir condenados al “sistema”. Hay que generar cambios esenciales en el gobierno y la gestión, a fin de impulsar el desarrollo real del país, en todos sus niveles. La esencia del capitalismo es la industria, que es la que ha impulsado el desarrollo económico mundial, de modo que los países industriales son los más desarrollados. Los países emergentes como China, India y Brasil, rompiendo con el esquema neoliberal del gran capital internacional, lideran el crecimiento mundial. Hay una frase que dice: “Si vas hacer lo mismo, no esperes cambios”. Si queremos cambios tenemos que actuar diferente, si queremos desarrollo tenemos que mover las palancas esenciales, del desarrollo.
1.  ¿QUÉ ES REALMENTE GOBERNAR?
La gran mayoría de las autoridades creen que gobernar es solo tramitar y cementar. Tramitar porque es un requerimiento ineludible. Los usuarios requieren trámites y se tiene que hacer, aunque muchas veces con gran lentitud. Cementar, porque ahí está el negocio. Generalmente, el interés principal de las autoridades es el lucro, sembrar cemento para ganar, sin pensar en un verdadero plan de desarrollo. En realidad no les interesa el desarrollo, ni tienen la capacidad de promoverlo.
Gobernar no es simplemente ocupar un cargo; el hecho de ser autoridad no le hace a uno gobernante. Cualquiera puede ser autoridad, pero el ser gobernante es solo para estadistas, que saben con precisión a donde vamos, cual es el camino y como transitarlos para llegar al destino. Y el destino es el desarrollo social o institucional; por eso gobernar es liderar para desarrollar. Para alcanzar el desarrollo se necesita plantear las políticas esenciales, que son los grandes objetivos. Solo ahí sabremos a donde vamos realmente, cuales son los grandes objetivos y metas a nivel de país, región, provincia o institución. Las políticas guían, orientan, impulsan. Gobernar es liderar a los actores sociales para que se involucren con el desarrollo. El verdadero líder motiva la participación de todos, con el ejemplo. No es el que habla mejor, el que manipula más; es el que está dispuesto a pensar en los demás, a vivir para los demás, a compartir el poder.
2.  ¿CÓMO SE PROCESA EL DESARROLLO?
No se trata de un trabajo simple, rutinario, mecánico. Se debe realizar el análisis esencial para poder hacer un buen diagnóstico y luego plantear las políticas esenciales o grandes objetivos. Y lo más importante, señalar las acciones estratégicas que permitan alcanzarlos. Para formular se requiere de talento y dedicación. El gran problema es que hay poco talento entre las autoridades y escasa dedicación. En general, se hacen cosas a la ligera, con improvisación, con mucha criollada, que es una herencia colonial.
Veamos el caso de un paciente. Este requiere muchas cosas para mejorar su salud, como: Buena alimentación, mucha higiene, espíritu positivo, atención familiar, medicación precisa, etc. Todo esto vale, pero ¿cuál el aspecto esencial? Naturalmente la medicación. En eso consiste el análisis esencial, en señalar los grandes objetivos y en identificar las causas principales, para plantear las acciones estratégicas, las “medicaciones” precisas. En la gestión pública se diluyen recursos (o se derrochan) sin objetivos claros, donde se entremezclan objetivos principales con secundarios, trascendentes con intrascendentes, para los que se plantean muchísimas acciones y actividades (más inadecuadas que adecuadas), que por lo general no atacan la raíz del problema, las causa del mal. Todo esto se convierte en un mamotreto de objetivos y actividades. Entonces, los males sociales o institucionales persisten, se hacen crónicos. Imaginemos que no se le dé la medicación precisa al paciente. No se curará. Así estamos en gobierno y gestión pública: Se gasta en todo menos en lo esencial, por lo que los problemas persisten. La idea es dar en el blanco, golpear sobre el clavo, atacar la raíz de los problemas.
3.  INDICADORES DE DESARROLLO
Se requiere de un análisis de indicadores. Sin indicadores, no sabemos cómo estamos, tampoco sabemos si avanzamos o no. Simplemente gestionamos a ciegas, a tientas, de manera empírica. A modo de ejemplo, veamos cómo se trabaja en el sector salud. Los médicos manejan indicadores de salud del paciente. Primero, se hace el diagnóstico con algunas mediciones como: Temperatura, presión arterial, peso/talla, colesterol, glucosa, hemoglobina, etc. Luego, el estado de los órganos vitales, con el uso de equipos. Con todos estos exámenes se obtienen los indicadores de salud. El objetivo es el paciente curado, que después se expresarán en mejores indicadores. Imaginemos que los médicos pretendieran curar sin la información de estos indicadores. Eso hacen los curanderos, los empíricos.
Por lo general, en administración pública eso es lo que se hace: Gobernar sin indicadores, gestionar sin mediciones. Es la administración empírica, improvisada. Entonces no se sabe, cual es el diagnóstico inicial; tampoco se sabe cuáles son los resultados de gestión al final de un gobierno. Solo se ve lo notorio, cuánta plata se gastó, cuanto se construyó, cuantas hectáreas se cosechó, cuanto de minerales se extrajo, etc. Pero no se miden los indicadores de desarrollo propiamente. Los indicadores de desarrollo se refieren a  los objetivos alcanzados, a los logros. La administración por objetivos ha quedado distorsionada, porque confunde objetivos con medios. Los verdaderos resultados tienen que ser los indicadores de desarrollo. Por ejemplo, en educación el objetivo es una mejor calidad educativa, que se expresa en el indicador rendimiento académico de los alumnos. Por tanto, las aulas construidas, la capacitación de los maestros no son objetivos, sino medios. Entre los indicadores de desarrollo nacional o regional podemos señalar: Global: Indicadores de desarrollo económico y social; sectoriales: Indicadores del nivel de la industria, de la agricultura, del turismo. A esto le llamo la Planificación Esencial, para el desarrollo nacional. La planificación estratégica no ha funcionado en el país, porque es superficial, inconsistente y burocrática.

(*) Doctor en economía, profesor principal de Investigación Económica y Política Económica, en la Universidad Nacional Agraria de la Selva.