Ahora
que estamos en un nuevo proceso electoral, podemos decir, una vez más, que no
hay expectativas de cambio verdadero. Como siempre, los planes de gobierno son,
por lo general, listas de ofrecimientos. Se gasta el presupuesto público para seguir
en lo mismo, sin generar desarrollo. La famosa gestión por resultados solo ve logros
de medios, no de objetivos. Los gobiernos siguen la inercia, coexisten con lo
ya establecido, son prisioneros del sistema. Siguen administrando la crisis,
sin promover el desarrollo. Entonces damos vueltas en lo mismo. La sociedad, en
general, no progresa realmente, solo encubre el atraso con algunas obras
físicas. Y lo más grave, no sabemos realmente a donde vamos, cual es el modelo
de desarrollo nacional. Ni el propio CEPLAN, en el Plan del Bicentenario, plantea este modelo.
Y no
se puede decir que así es y así será; no podemos vivir condenados al “sistema”.
Hay que generar cambios esenciales en el gobierno y la gestión, a fin de
impulsar el desarrollo real del país, en todos sus niveles. La esencia del
capitalismo es la industria, que es la que ha impulsado el desarrollo económico
mundial, de modo que los países industriales son los más desarrollados. Los
países emergentes como China, India y Brasil, rompiendo con el esquema
neoliberal del gran capital internacional, lideran el crecimiento mundial. Hay
una frase que dice: “Si vas hacer lo mismo, no esperes cambios”. Si queremos
cambios tenemos que actuar diferente, si queremos desarrollo tenemos que mover
las palancas esenciales, del desarrollo.
1. ¿QUÉ ES REALMENTE GOBERNAR?
La
gran mayoría de las autoridades creen que gobernar es solo tramitar y cementar.
Tramitar porque es un requerimiento ineludible. Los usuarios requieren trámites
y se tiene que hacer, aunque muchas veces con gran lentitud. Cementar, porque
ahí está el negocio. Generalmente, el interés principal de las autoridades es
el lucro, sembrar cemento para ganar, sin pensar en un verdadero plan de
desarrollo. En realidad no les interesa el desarrollo, ni tienen la capacidad
de promoverlo.
Gobernar
no es simplemente ocupar un cargo; el hecho de ser autoridad no le hace a uno gobernante.
Cualquiera puede ser autoridad, pero el ser gobernante es solo para estadistas,
que saben con precisión a donde vamos, cual es el camino y como transitarlos
para llegar al destino. Y el destino es el desarrollo social o institucional;
por eso gobernar es liderar para desarrollar. Para alcanzar el desarrollo se
necesita plantear las políticas esenciales, que son los grandes objetivos. Solo
ahí sabremos a donde vamos realmente, cuales son los grandes objetivos y metas
a nivel de país, región, provincia o institución. Las políticas guían,
orientan, impulsan. Gobernar es liderar a los actores sociales para que se
involucren con el desarrollo. El verdadero líder motiva la participación de
todos, con el ejemplo. No es el que habla mejor, el que manipula más; es el que
está dispuesto a pensar en los demás, a vivir para los demás, a compartir el
poder.
2. ¿CÓMO SE PROCESA EL DESARROLLO?
No
se trata de un trabajo simple, rutinario, mecánico. Se debe realizar el
análisis esencial para poder hacer un buen diagnóstico y luego plantear las
políticas esenciales o grandes objetivos. Y lo más importante, señalar las
acciones estratégicas que permitan alcanzarlos. Para formular se requiere de
talento y dedicación. El gran problema es que hay poco talento entre las
autoridades y escasa dedicación. En general, se hacen cosas a la ligera, con
improvisación, con mucha criollada, que es una herencia colonial.
Veamos
el caso de un paciente. Este requiere muchas cosas para mejorar su salud, como:
Buena alimentación, mucha higiene, espíritu positivo, atención familiar, medicación
precisa, etc. Todo esto vale, pero ¿cuál el aspecto esencial? Naturalmente la
medicación. En eso consiste el análisis esencial, en señalar los grandes
objetivos y en identificar las causas principales, para plantear las acciones
estratégicas, las “medicaciones” precisas. En la gestión pública se diluyen
recursos (o se derrochan) sin objetivos claros, donde se entremezclan objetivos
principales con secundarios, trascendentes con intrascendentes, para los que se
plantean muchísimas acciones y actividades (más inadecuadas que adecuadas), que
por lo general no atacan la raíz del problema, las causa del mal. Todo esto se
convierte en un mamotreto de objetivos y actividades. Entonces, los males sociales
o institucionales persisten, se hacen crónicos. Imaginemos que no se le dé la
medicación precisa al paciente. No se curará. Así estamos en gobierno y gestión
pública: Se gasta en todo menos en lo esencial, por lo que los problemas
persisten. La idea es dar en el blanco, golpear sobre el clavo, atacar la raíz
de los problemas.
3. INDICADORES DE DESARROLLO
Se
requiere de un análisis de indicadores. Sin indicadores, no sabemos cómo
estamos, tampoco sabemos si avanzamos o no. Simplemente gestionamos a ciegas, a
tientas, de manera empírica. A modo de ejemplo, veamos cómo se trabaja en el
sector salud. Los médicos manejan indicadores de salud del paciente. Primero,
se hace el diagnóstico con algunas mediciones como: Temperatura, presión
arterial, peso/talla, colesterol, glucosa, hemoglobina, etc. Luego, el estado
de los órganos vitales, con el uso de equipos. Con todos estos exámenes se obtienen
los indicadores de salud. El objetivo es el paciente curado, que después se expresarán
en mejores indicadores. Imaginemos que los médicos pretendieran curar sin la
información de estos indicadores. Eso hacen los curanderos, los empíricos.
Por lo general, en administración
pública eso es lo que se hace: Gobernar sin indicadores, gestionar sin
mediciones. Es la administración empírica, improvisada. Entonces no se sabe,
cual es el diagnóstico inicial; tampoco se sabe cuáles son los resultados de
gestión al final de un gobierno. Solo se ve lo notorio, cuánta plata se gastó,
cuanto se construyó, cuantas hectáreas se cosechó, cuanto de minerales se
extrajo, etc. Pero no se miden los indicadores de desarrollo propiamente. Los
indicadores de desarrollo se refieren a
los objetivos alcanzados, a los logros. La administración por objetivos
ha quedado distorsionada, porque confunde objetivos con medios. Los verdaderos resultados
tienen que ser los indicadores de desarrollo. Por ejemplo, en educación el
objetivo es una mejor calidad educativa, que se expresa en el indicador rendimiento
académico de los alumnos. Por tanto, las aulas construidas, la capacitación de
los maestros no son objetivos, sino medios. Entre los indicadores de desarrollo
nacional o regional podemos señalar: Global: Indicadores de desarrollo
económico y social; sectoriales: Indicadores del nivel de la industria, de la
agricultura, del turismo. A esto le llamo la Planificación Esencial, para el desarrollo nacional. La
planificación estratégica no ha funcionado en el país, porque es superficial,
inconsistente y burocrática.
(*) Doctor en economía, profesor principal de Investigación
Económica y Política Económica, en la Universidad Nacional Agraria de la Selva.